Azul perdición.
Casualidad, causa o fuerza a la que supuestamente se deben los hechos y circunstancias imprevistos, especialmente la coincidencia de dos sucesos. Suceso casual.
Un día pasa. Pasa que estás de pie en algún lado. Y te das cuenta de que no quieres ser ninguno de los que están a tu alrededor. Ni la tonta de turno. Ni los putos monstruos que te atormentan. Ni los recuerdos que ya ni vienen a tu mente. Ni siquiera quieres ser tu. Y solo quieres salir corriendo. Salir a toda hostia del sitio en el que estás. Huir. Lejos. Muy lejos de tanta mierda. Lejos de todo, de todos... Y huyes a toda hostia.
Y en esa huida de repente pasa. Pasa que te frenas en seco. Pasa que te das de bruces con la casualidad de tu vida. Pasa que estas cara a cara. Con tu mayor casualidad y no la ves. La miras pero no la ves. Porque dicen que las casualidades no existen. Que todo lo que nos pasa es por algo. Que nadie se cruza en tu camino así por casualidad y tú no entras en la vida de nadie sin ninguna razón. Que todo está escrito entre las nubes y las estrellas con tinta invisible. Y esta es una bonita manera de hablar de destino, ¿no lo creéis?.
Y cuando las nubes se van y la tinta invisible se deja ver ahí esta. Ahí esta tu casualidad. Viéndote otra vez. Mirándote con esos ojos azules convertidos en perdición. Esperando a cruzarse contigo de nuevo. Esperando a que lo mires fijamente. Y la primera vez te cruzas con ella no te das ni cuenta. No lo notas. Pero sabes que está ahí. Porque tus sentidos lo perciben. Tu piel se siente observada. Tú te sientes observada. Y ahí está. Mirándote. Esperando a que lo mires. Pero no te atreves. Por miedo. Por temor. Por si se va. Por si no es real...
Pero para mí. Mi bendita casualidad. Si es real. Esa casualidad que me trajo lo mejor. O a los mejores. Y cuando algo es mejor, lo sabes. Lo notas. Es bueno para ti. Todo tu gira en torno a eso. Porque sabes que si es bueno va a estar ahí. Lo vas a tener contigo en los buenos y en los malos momentos. Vas a poder apoyarte en él. Como un pilar más en tu vida. Vuelves a sonreír los domingos.
Que bonitas son cuando las encuentras. Y es ahí cuando te das de bruces con la casualidad. Otra vez. Y puede encontrarse de muchas maneras. Porque una buena casualidad es que dos personas se encuentren, cuando ni siquiera se estaban buscando. En ese momento, es cuando ya puedes mirarla a los ojos perdición. Y ahora si ya no tienes salvación. Sus ojos azules atraparon a los tuyos color tierra.
Y que bonita esla tuya. Peter Pan y sus polvos para volar.
Un día pasa. Pasa que estás de pie en algún lado. Y te das cuenta de que no quieres ser ninguno de los que están a tu alrededor. Ni la tonta de turno. Ni los putos monstruos que te atormentan. Ni los recuerdos que ya ni vienen a tu mente. Ni siquiera quieres ser tu. Y solo quieres salir corriendo. Salir a toda hostia del sitio en el que estás. Huir. Lejos. Muy lejos de tanta mierda. Lejos de todo, de todos... Y huyes a toda hostia.
Y en esa huida de repente pasa. Pasa que te frenas en seco. Pasa que te das de bruces con la casualidad de tu vida. Pasa que estas cara a cara. Con tu mayor casualidad y no la ves. La miras pero no la ves. Porque dicen que las casualidades no existen. Que todo lo que nos pasa es por algo. Que nadie se cruza en tu camino así por casualidad y tú no entras en la vida de nadie sin ninguna razón. Que todo está escrito entre las nubes y las estrellas con tinta invisible. Y esta es una bonita manera de hablar de destino, ¿no lo creéis?.
Y cuando las nubes se van y la tinta invisible se deja ver ahí esta. Ahí esta tu casualidad. Viéndote otra vez. Mirándote con esos ojos azules convertidos en perdición. Esperando a cruzarse contigo de nuevo. Esperando a que lo mires fijamente. Y la primera vez te cruzas con ella no te das ni cuenta. No lo notas. Pero sabes que está ahí. Porque tus sentidos lo perciben. Tu piel se siente observada. Tú te sientes observada. Y ahí está. Mirándote. Esperando a que lo mires. Pero no te atreves. Por miedo. Por temor. Por si se va. Por si no es real...
Pero para mí. Mi bendita casualidad. Si es real. Esa casualidad que me trajo lo mejor. O a los mejores. Y cuando algo es mejor, lo sabes. Lo notas. Es bueno para ti. Todo tu gira en torno a eso. Porque sabes que si es bueno va a estar ahí. Lo vas a tener contigo en los buenos y en los malos momentos. Vas a poder apoyarte en él. Como un pilar más en tu vida. Vuelves a sonreír los domingos.
Que bonitas son cuando las encuentras. Y es ahí cuando te das de bruces con la casualidad. Otra vez. Y puede encontrarse de muchas maneras. Porque una buena casualidad es que dos personas se encuentren, cuando ni siquiera se estaban buscando. En ese momento, es cuando ya puedes mirarla a los ojos perdición. Y ahora si ya no tienes salvación. Sus ojos azules atraparon a los tuyos color tierra.
Y que bonita esla tuya. Peter Pan y sus polvos para volar.
Comentarios
Publicar un comentario