Triscaidecafobia.
Supongo que en ningún momento tuve miedo alguno a dicho número, mi mayor miedo era...
Triscaidecafobia, según la Wikipedia, miedo irracional al número trece. Se considera normalmente a una superstición. En general, el 13 se puede considerar un número ''malo'', básicamente porque es uno más que el número 12, un número popularmente utilizado en muchas culturas (debido a que es un número altamente compuesto).
El miedo es una sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario, aunque a veces no tiene porque ser una presencia, basta con una sensación que está ahí, escondida en la víscera más remota, y que cuándo menos te lo esperas se asoma para advertirte que no todo es rosa, que no todo permanece y que no todo es tan bonito como te lo pinta la vida cuando esa sensación se esconde.
Aquella mañana esa sensación se asomaba entre el poro más insignificante, para advertirme de que se estaba despertando, después de pasar más de tres años durmiendo plácidamente. El miedo recorrió cada una de las partes de mi cuerpo, hasta llegar a la última, la única que aún que creía que eso no iba a pasar ese día. En ese momento la sensación de miedo era presente, tanto como una presencia real, estaba subida a mis hombros y no me dejaba; fue entonces cuando vino a mi cabeza el trece.
Ese supuesto número maldito que atrae la mala suerte, ese número que llegó a mi vida una mañana de mayo; el cual a mi me trajo la persona más importante en estos últimos cuatro años de mi vida, los mejores años de mi vida con sus pros y sus contra, como en todas las vidas, pero unos años acompañada de la persona a la que veía para un futuro, alguien con el que me veía envejeciendo, con pelo blanco y canas, con nietos correteando a nuestro alrededor...Una persona con la que quería compartir hasta el último minuto de mi vida.
Pero ahí estaba el miedo, subido a mis hombros, para recordarme que eso no iba a suceder, que algo malo iba a ocurrir, que mi mayor miedo se había despertado para no volverse a dormir jamás.
Ese supuesto número maldito que atrae la mala suerte, ese número que llegó a mi vida una mañana de mayo; el cual a mi me trajo la persona más importante en estos últimos cuatro años de mi vida, los mejores años de mi vida con sus pros y sus contra, como en todas las vidas, pero unos años acompañada de la persona a la que veía para un futuro, alguien con el que me veía envejeciendo, con pelo blanco y canas, con nietos correteando a nuestro alrededor...Una persona con la que quería compartir hasta el último minuto de mi vida.
Pero ahí estaba el miedo, subido a mis hombros, para recordarme que eso no iba a suceder, que algo malo iba a ocurrir, que mi mayor miedo se había despertado para no volverse a dormir jamás.
Supongo que en ningún momento tuve miedo alguno a dicho número, al fin y al cabo tan solo es una superstición y eso no es un miedo, mi mayor miedo era perder al portador de dicho número, perderle a él.
Comentarios
Publicar un comentario