Sin rumbo.

Semanas después sigues ahí, sin saber que hacer, sin un rumbo fijo, sin respuestas...

Buscar, hacer lo necesario para encontrar o hallar a una persona o cosa. Hacer lo necesario para llegar a conseguir algo o hallarse en una determinada situación o estado. 

Una semana en busca de alguna respuesta. 
Perdida. Sin un punto fijo. Sin un norte. Sin nada por lo que guiarte. Una semana sin él. Buscando razones. Esperando a que él te diga algo. Pero no dice. 
Ya no está. Y empiezas a notarlo. Tú y todo tu ser. Hasta la célula más diminuta lo extraña. Todo ha cambiado. Ves como en dos días tu mundo se ha hecho completamente pedazos. Te has quedado sin tu sol. Ahora todo está oscuro. 
Todo lo que un día soñaste se desliza entre tus dedos. Todos los planes se quedaron en el más absoluto olvido. Todo se ha ido a la mierda. 
Te miras en el espejo y no sabes que hacer. Te preguntas porqué. Porqué a estas alturas. Porqué después de dárselo todo. Después de tanto tiempo. Y comienzan a asomar las lágrimas en tus ojos rojos. Unos ojos tristes, marcados por el dolor. 
Pero se dice que la esperanza es lo último que se pierde, y la tuya aún está ahí. Aún no tiras la toalla. Aún piensas que todo es una broma pesada. Que te esta poniendo a prueba. Que mañana va a entrar por esa puerta y te dará un beso con amor, como los de antes. Que va a llegar y meterse en tu cama y podrás dormir plácidamente enroscada a él. Porque es la única forma que tienes para poder conciliar el sueño. Para que tus pensamientos se callen por un momento y poder descansar de todo. 
Pero eso no pasa. Y los días pasan lentamente y cada vez duele más. El dolor te consume poco a poco. Ves como cada vez está mucho más lejos. Ves como se va entre los recuerdos. Y otra vez, recaes. Otra vez lloras hasta el cansancio. 

Dos semanas en busca de alguna respuesta. 
Otra semana más. Aún duele. Duele mucho. La distancia se interpone entre vosotros. Ya apenas lo ves. Notas su falta. Tu no eres la misma desde que él ya no está. Todo es tan diferente. Soledad está contigo. Ocupando el vacío que él dejó tras su partida. Otra semana más perdida. No sabes por dónde empezar de nuevo. Aunque el problema sea ese. Que no quieres empezar otra vez. Quieres seguir con él, a su lado. Todos los días de tu vida. Una parte de ti está muerta, sin alma. Y las lágrimas vuelven a aparecer por tus ojos, ya irritados. Son unas más de tu día a día. Otra compañera, al igual que soledad. 

Semanas después sigues ahí, sin saber que hacer, sin un rumbo fijo, sin respuestas. Perdida en un mundo de gigantes. Perdida en un mundo sin él. Sola.

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